Escrito por Bernarda Calvo
Carta a un desconocido
Mi querido…… No sé como empezar, no me va bien esto de mi querido, pues yo no lo quiero, pero tampoco quiere decir que no lo quiera, quizá ¡Mi estimado! No, no, yo preferiría que me odien a que me estimen, la estima me es humillante, es como una caridad, el bagazo del cariño ¡Mi recordado¡ ya va tomando forma… Pero es que la verdad no lo recuerdo, quizá podría ser algo así como un olvido intermitentes, algo extraño que me ronda en la cabeza que francamente aún no se discernir. Por otro lado tampoco me hace sentir cómoda la palabra “mi” pues ese “mi” da un sentido de pertenencia irreductible, aunque independiente a algún sentimiento, además se me ocurre que decirle “mi” suena muy desbordado, quizás un poco atrevido de mi parte, claro…. Aunque francamente luego de haber conversado con usted, mirarlo mendigar mi piel, cundido de deseos, endulzando la voz, enmielando la mirada, hasta me dio ternura su lujuria refundida, todo su poder anulado con sus argumentos de títere embelesado. Un rosario de propuestas, ¡altruista disfrazado envenenado de poder “ y de milagros” Terminando la reunión nos levantamos, ¡Oh¡ que educación la suya acompañarme a la puerta, así caminando junto a mí, imaginaria que al momento de despedirme yo le prestaría mi mejilla para que usted me plante su beso, ¡Ah¡ el beso ese tacto perfecto el acople de un sueño, yo los besos me los reservo, no se los doy a usureros de sueños Rauda estiré mi mano, la mano se la doy a cualquiera, a todos a reyes, a farsantes, a mediocres, a lisonjeros , porque yo con esa misma mano me limpio el trasero
BERNARDA CALVO En realidad no soy capaz de hacer una semblanza de mí. ¿Cómo describir lo que hago o porque lo hago? Como decir quién soy si aún no reconozco mi rostro en el espejo, si escribo para habitar por otro mundo. Todo en mi es incendio, impulso. Escapar de todos lados, de todas las personas