Escrito por Roberto Arias
Para la gente melómana como yo.
Una breve historia de una parte de mi vida y mi relación con la música.
Yo escucho música desde mi infancia podría decir, desde cuando mi padre ponía sus lps (long play) los domingos en casa, que básicamente era música americana e instrumental, grandes orquestas, como: Sergio Mendes y su Brasil 66, Paul Murriat, Ray Coniff, Tijuana Brass y el maestro de la trompeta Al Hirt con su tema Java que le encantaba a mi padre, y grandes cantantes como Frank Sinatra, Tony Benett y otros no menos famosos ritmos y canciones que hicieron que la música poco a poco vaya entrando en mi cabeza y se quedara para siempre.
Ya entrado los 70 mis gustos musicales se encaminaron hacia el rock y sus derivaciones haciendo que yo cada vez me encante más de este género. Tal es así que en los viajes anuales de mis padres en sus vacaciones, era obligada la lista de pedidos que por lo general llegaba siempre completa.
Los años setenta fue una época dorada para mí en la música, ya que pude conocer bandas interesantes y poderosas y tener discos memorables en rock, blues, soul, salsa y disco. Las grabaciones llegaban…..Rolling Stones, Black Sabbath, Doobie Brothers, Jimi Hendrix, America, Eagles, etc
Así fue creciendo poco a poco mi discoteca (no me considero coleccionista). Y pude tener los mejores discos que en muchos casos no llegaban aquí. Recuerdo como anécdota que en ocasiones me invitaban a fiestas sin conocerme ya que se había regado la bola que yo tenía buenos discos y solo era invitado para que llevara mis lps de Santana, Led Zeppelin, Deep Purple, Gran Funk, Chicago, etc. Recuerdo también de algunas fiestas en mi casa, la cual la sala se convertía en una mezcla de discoteca, luces negras y póster fosforescentes que creaban una atmosfera sicodélica y que causaba que los invitados disfrutaban al máximo y quedaran algunos sorprendidos.
A mis padres no les preocupaba mucho esto creo, lo tomaban tal vez como algo de la juventud de la época y nos apoyaban. El tener mucha música, también hizo que yo prestara mis lps de vez en cuando y que algunas ocasiones no regresaran a mí. De esos perdidos de la época ya he podido recuperar algunos por otros lados.
Así pasaron los gloriosos 70 hasta que llegaron los 80 y empecé a entusiasmarme con el jazz, música bella y contagiosa la cual algo ya había escuchado en los setenta por discos prestados y lo que había escuchado en casa en mi niñez.
Así empezó mi romance con el jazz, música a la cual prácticamente le dediqué toda la década ochentera en una constante búsqueda pero que se tornaba muy difícil por cuanto aquí nunca se editaba jazz en la industria discográfica nacional, así que los lps que compraba eran los importados por los Almacenes Jairala que era un importador exclusivo de ese género y que tenían en muchos casos un costo alto pero que eran difíciles de conseguir, pero que había que tenerlos. También por ciertos amigos a quienes yo les intercambiaba rock por jazz.
Para comienzos de los 80 yo ya trabajaba y ya podía comprarme mis propios vinilos. Fue una etapa fantástica y que me hizo conocer a los grandes maestros del jazz y todos sus estilos. Puedo destacar la colaboración de mi amigo Locky Pérez, español que estuvo radicado en Guayaquil por los años 80 y tenía una tienda media «underground » donde nos reuníamos amigos amantes de la música a charlar amenamente por horas sobre música. Allí se vendía lps usados a consignación y donde se encontraba siempre buen material, especialmente de jazz progresivo. Debo destacar que aquí que en su tienda conocí muchos buenos amigos melómanos con los cuales tengo una amistad que perdura hasta ahora.
Llegaron los 90 y fueron años un poco más tranquilos en cuanto a compras, pero en que el cd había llegado a nuestro medio con fuerza y estaba en todo su apogeo y yo me resistía a entrar en ese mundo ya que soy «vinilero» 100%, pero que a la larga también me cautivó como a casi todo el mundo, tal es así que llegue en ocasiones a realizar intercambios de lps por cds con amigos.
También había llegado música nueva, grunge, alternativa, metal pero no iba mucho conmigo, yo seguía con mi jazz, rock clásico y progresivo y blues. También música orquestada de las grandes bandas norteamericanas.
Finalmente los 2000. Más nueva música que no era mucho de mi interés, más jazz, más blues, salsa también y la aparición del Internet que me llevó allá por el año 2007 a introducirme en las descargas musicales. Esto me llevó a que dedicara en mis tiempos libres a bajar mucha música, y que a veces me llevaba hasta las madrugadas en la cacería, a veces mi esposa se enojaba un poco por el tiempo que le dedicaba y que me llevó cerca de 4 años hasta que dije aquí nomas.
Poco tiempo después hace su aparición en el mundo musical nuevamente el lp o vinilo, o como quieran llamarlo y comenzó otra vez la búsqueda incesante. Yo puedo decir que nunca dejé de escucharlos, solo estaban un poco relegados
Para el 2013 decidí retirarme de la empresa que trabajaba y me dediqué a viajar, a conocer mucho y a conseguir ya directamente de la mata como se dice, los discos que yo anhelaba tal es así que en estos últimos años de retiro he podido hacerme de un buen «cargamento» de excelentes discos, los soñados.
Además de comprar, tuve suerte también, de poder ver en directo a grandes bandas de mi época y artistas que uno siempre quiso verlos en vivo. Los vi aquí y allá. En el extranjero vi: Santana, Journey, Chicago, Earth Wing & Fire, la banda de jazz Spyro Gyra, Nico McBrain, baterista de Iron Maiden y su banda, entre otros. Aquí he visto a América, ELO, Toto, Gloria Gaynor, Joe Lynn Turner, y bandas nacionales que hacen tributos muy buenos. Porque aquí hay muy buenos músicos también, varios son buenos amigos. Porque la música hace amigos.
Tengo una anécdota que se refiere a ambas aficiones: la compra de discos y vista de conciertos.La historia es esta: me pasó que en una ocasión tenía programado asistir a un concierto del Grupo Journey en NY pero primero pasé por una tienda de discos para cargarme de vinilos, salí de ahí y entré a un café a tomar algo para hacer tiempo, pero que pasó, que me levanto y me voy dejando sobre la mesa mi funda con siete joyas del rock sicodélico de los 60. Luego me dirigí al legendario coliseo Madison Square Garden eran las siete de la noche, entré y ya estando en mi butaca me acuerdo de mis discos…..casi me salgo pero ya el espectáculo había comenzado y me dije, estoy en EE.UU y aquí si devuelven las cosas.
Disfruté de mi concierto pero de vez en cuando me acordaba de la funda, no me importaba el dinero gastado, solo era perder los records…. pero al día siguiente regresé al café y ahí estaban mis viejos registros, los originales esperándome ya en manos del administrador que me los devolvió y pude respirar mejor……son cosas que pasan en el mundo de esta afición.
En estos últimos tiempos de confinamiento, de encierro necesario, me ha servido también para reencontrarme con discos muy viejos que no escuchaba en muchos años y recordar tiempos idos de mi infancia y adolescencia, discos olvidados pero que están ahí y que puedo cuando yo quiera ponerlos y hacerlos girar en mis viejos tocadiscos y sacar las mejores notas musicales del mi vida….
Creo que así seguirá hasta el final.
Saludos a todos.
ROBERTO ARIAS, guayaquileño, nacido el 7 de junio de 1957. Se graduó de bachiller en Artes el colegio de Bellas Artes. Trabajó en diario EU, como diseñador gráfico. Amante de la música y de la historia y lecturas relacionadas a las ciencias y biografías. Colecciona equipos de sonido vintage. Actualmente jubilado. Creyente en Dios.