El camino de la vida tiene el mismo comienzo y el mismo final para todos, sin embargo, el sendero que cada uno toma es siempre diferente al de los demás y este es el comienzo del milagro porque en esta diversidad nace la posibilidad de los encuentros, del cruce inesperado y del compartir temporalmente el mismo sendero pero cada quien con su propia carga; son equipajes coloridos, diversos, algunos abundantes otros sencillos pero todos dependemos de las cualidades de este equipaje para definir nuestra individual manera de asimilar el sendero y poder transitarlo con la mínima esperanza de terminarlo con dignidad. Lo hermoso, lo mágico está en estos encuentros algunos fugaces pero intensos, otros largos pero sin valor y están aquellos muy muy largos que no respetan ni al tiempo ni al espacio y se vuelven eternos por el valor incalculable que poseen para cada uno de los actores, sin embargo son los que más cuestan pues exigen tolerancia, respeto, buen humor, honestidad, confianza, atención, compañía y sobretodo amor, afecto o cariño como quieras llamar al aglutinante que con el tiempo se vuelve más firme e inquebrantable, es el milagro de la amistad siempre fortalecido en el pasado, en los recuerdos pero lleno de expectativas para el futuro… es alucinante el peso que cada uno de estos milagros tiene en la forma como desarrollamos nuestra individual aventura en alguna concordancia con esta aventura colectiva de la cual siempre terminamos dependiendo de algún modo, puede ser un apoyo, un impulso, o una herida, un dolor, una traba pero siempre exige una inmediata atención . Lo llamé milagro y por ello suena divino pero no… es humano, es nuestro, no de las estrellas, y es delicioso. Gracias, mil gracias a quienes me permiten vivirlo a aquellos que los encontré en el camino y se volvieron indispensables… eterna gratitud. Paz y bien para todos.
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NELSON VALENCIA PARREÑO «Soy lo que pienso y siento después de aprender.»