El ébola es aquel virus mortal y contagioso que asoma con síntomas parecidos a la influenza (flu), para luego conducir a hemorragias internas. Dichos síntomas del ébola generalmente incluyen: debilidad, fiebre, dolores, diarrea, vómitos y dolor de estómago, erupción cutánea, el enrojecimiento de los ojos, dolor en el pecho, dolor de garganta, dificultad para respirar o tragar y sangrado (como anotamos, incluso interno).
La enfermedad se identificó por primera vez en el año 1976, en dos brotes simultáneos: uno en Nzara (una ciudad en el sur de Sudán) y el otro en Yambuku (Zaire, actual República Democrática del Congo), un pueblo cerca del río Ébola del cual la enfermedad toma su nombre.
Sus brotes ocurren intermitentemente en regiones tropicales del África subsahariana. Ha ocasionado miles de muertes, (entre ellas, la de un recordado compañero de la universidad, Bolaji Ituen). El brote más grande hasta la fecha fue la epidemia en África occidental, que ocurrió desde diciembre de 2013 hasta enero de 2016, con 28,646 casos y 11,323 muertes.
En julio de 2019, la Organización Mundial de la Salud declaró un nuevo brote de ébola en el Congo como una emergencia sanitaria mundial. Uno de los mayores obstáculos para combatir el brote ha sido la renuencia de quienes se enferman, en buscar tratamiento. Hasta ahora, las posibilidades de supervivencia han sido bajas: hasta el 70% de las personas infectadas han muerto. Además, los experimentos clínicos en condiciones epidémicas son difíciles, ya que el personal médico debe utilizar trajes protectores y todos los pacientes deben estar aislados.
Pues bien, desde ayer (13 de agosto 2019), autoridades y funcionarios de salud se sienten muy optimistas. Los Institutos Nacionales de Salud (NIH), los cuales son la agencia principal del gobierno de los Estados Unidos responsable de la investigación biomédica y de salud pública, revelaron que, un par de tratamientos experimentales (de los cuatro que se estaban probando) contra el Ébola, han demostrado ser lo suficientemente exitosos en aumentar la tasa de supervivencia del virus, de tal forma que pueden ser administrados a todos los pacientes en el Congo, con la esperanza de poner fin a la epidemia y prevenir brotes futuros.
Ahora que el 90% de los pacientes pueden ingresar a los centros de tratamiento y salir completamente curados, comenzarán a creer y a generar confianza en la población y la comunidad. El director del NIH, Francis Collins, escribió en un tweet: “Es muy alentador que dos ramas de estudio en la República Democrática del Congo, las cuales prueban tratamientos experimentales para #Ébola muestran que los medicamentos, denominados REGN-EB3 o mAb114, beneficiaron sustancialmente a los pacientes.
Todos los futuros pacientes recibirán ahora cualquiera de los dos, en lo que será una fase de extensión del estudio”. En términos más simples. Los dos tratamientos en cuestión (REGN-EB3 y mAb114) están siendo desarrollados, respectivamente, por el gigante farmacéutico “Regeneron” (REGN-EB3) y la empresa emergente (startup) “Ridgeback Biotherapeutics” (este último recibió la licencia de mAb114, un anticuerpo monoclonal, del propio NIH).
Asimismo, Anthony Fauci, a su vez director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas (National Institute of Allergy and Infectious Diseases), declaró: «Cuanto más sepamos acerca de estos dos tratamientos, y de cómo pueden complementarse con la respuesta de salud pública, incluido el rastreo de contactos y la vacunación, más cerca podremos llegar a convertir el Ébola desde una enfermedad aterradora a una que se pueda prevenir y tratar».
“Nunca podremos deshacernos del ébola, pero deberíamos ser capaces de evitar que estos brotes se conviertan en grandes epidemias nacionales y regionales «. El ébola ya no se puede llamar una enfermedad incurable.
¡Excelentes noticias!
James Neale Yerovi Socio
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Estrategia Dinámica, Finanzas Corporativas, y Mercadeo Cuantitativo
Fotos: semana.con; wilkiperdia; juntadeandalucia.es